Mono

Yo ya estoy aquí. Pero tú no sé por dónde andas. Y la verdad, me pierdo. Porque yo acabo de hacer snow, aun llevo las gafas puestas y ya tengo un mono que a veces y cuando quiere me cuenta chistes, juega conmigo al escondite y me arropa antes de dormir. Tengo mono, por eso lo abrazo y lo cuido, y cuando quiere y sin pedírselo voy y le cocino.
Y que no tenga queja.
Y ahora ando sentado en el sofá y bostezando, cuando me acuerdo de que tengo sueño y de que no he parado en todo el día. Y de vez en cuando me da por pensar, y me vuelve el mono. Y antes de irme a dormir como todas las noches y ya por vicio, que me puede, volveré a pensar. O si eso a imaginar, mejor. Imaginar que tengo la dosis de mi droga favorita, de la que no me dejan abusar, pero que de vez en cuando, peco. Y peco porque llego al éxtasis, porque me evaporo, porque me haces sublimar hasta el punto de fundirme contigo como si fuese un abrazo envolvente en el que me yo quemo, tu ardes y todo fluye alrededor.
Y poco a poco se va apagando la luz de habitación, miento, la de mi mirar porque la otra suele estar ya tiempo apagada. Porque aunque yo quiera seguir contigo, la naturaleza se empeña en engañarme y me cierra brutalmente los ojos, apartándome del exquisito y erótico emplazamiento destinado a disfrutar de ti, dejándome en brazos, manos y creo que piernas, de Morfeo. Porque el muy cerdo no me deja moverme hasta mucho tiempo después, haciéndome llegar tarde a casi cualquier destino programado.
Al menos por la mañana tengo al mono que de vez en cuando me hace compañía.