Hace tiempo que no escribo, y no es porque no quiero. Porque cuando después de pasar todo el día entre papeles llenos de garabatos (también llamados apuntes) y el portátil arriba y abajo con su cargador y demás gilipolleces, (alfil a F4) me siento en el sofá, lo que menos quiero es ponerme a pensar. Y nada ocurre en mi cabeza, tan sólo partidas viciosas de ajedrez on line despiertan mi interés, me regocijo masacrando infelices que se creen Karpov y Kasparov juntos, y me veo y me las deseo en otras para no escaldarme y ver como matan a mi rey (torre a A2). ¿Y después de eso qué? Me subo a mi cuarto y aún sigo con el portátil enchufado, amarrado a internet, doy mis últimos repasos a la actualidad del día, comento cualquier jugada en el msn o a ti que más te da lo que haga, total, puede que te esté mintiendo. Pero sabes que no me gustan las mentiras. Y ahora esto en qué se está convirtiendo, ¿en una doble verdad? Un juego de locos me parece. Y ahora tú estás en él (Caballo a C8). Porque cuando mejor escribo es en la cama, a oscuras como estoy ahora. La luz blanca de la pantalla ilumina mi cara y no, no es de buenos amigos. Tengo sueño y no me puedo dormir, será por eso que hoy, sí, hoy, te escribo. Porque menosprecias mis palabras ya que los actos aun no llegan, ¿no crees que puede existir una precipitación? Por tu parte, y no de lluvia, ni de lágrimas que tal vez derramara. Mi religión me prohíbe recordar actos impúdicos pero sabes que de ellos no me olvido, ni avergüenzo. Mierda. Vuelvo a mentirte (Reina a E8). Total, me parece que te da igual. Así que volveré a seguir con mi juego, mis locuras pasajeras, mis letras entre sábanas y mis vicios y si eso alguna que otra virtud que alegre esta cara de idiota que a todos se nos queda delante de la pantalla, sí, a todos. Jaque mate.
¿Alguien más quiere jugar?
Si me permites, yo sí quiero jugar.
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