jueves, 14 de marzo de 2013

Millo

Y fue con el abrazo de despedida cuando comenzó todo. Las lágrimas llamaron a las puertas de mis ojos y la congoja se alió con mi respiración que intermitía con mis ganas de no caerme a trozos delante de la gente que entraba y salía de la estación.
Más gritos que besos y abrazos nos han acompañado estos años, más risas que llantos, más tu que yo, más yo que tu. Pero ahora, ya no importa. Porque la cama situada enfrente de la mía está ahora vacía, revuelta y vacía, recordándome que te has tirado ahí miles de momentos infinitos, lentos, de esos de los que creo que ya no volverán.
Porque te has hecho mayor, porque hemos crecido, porque esto ya no es lo mismo. Necesitamos más, cambiar y mejorar, y seguir creciendo. Y esto tenía que llegar. Y sorprendentemente has sido tú, el que ha cogido las maletas antes que nadie. Y sorprendentemente yo, estoy llorando delante del ordenador...
¿A quién despertaré con música las mañanas que no tenías que madrugar? ¿A quién molestaré cuando me apetezca gamberrear un rato? Y sobretodo, ¿a quién no daré los besos y abrazos que nos guardamos en cada cumpleaños? 
Sólo espero que lo que venga te sirva para aprender y ahora sí, convertirte en adulto. Esto no es un juego, no hay reset. Y lo más importante, no depende sólo de ti. Vas a un sitio nuevo, ajeno, inhóspito a veces, estoy seguro. Pero debes aprender a sobrevivir, no es un viaje de unos días de visita. No es por placer, es mera existencia. 
Las palabras duelen decirlas, tal vez tanto como oirlas, lo mismo que leerlas y escribirlas. Y es que por pereza, o por creer que nunca te ibas a ir, o será tal vez por mi fobia a las despedidas, que no quise decirte adiós. No te lo diré, pues espero que vuelvas, o al menos volverte a ver. 
Este hasta luego no es el mismo que uno de viva voz, pero el otro no me salía, entiéndelo.
Concluyo con un hasta más ver, porque espero que haya mucho que ver, tanto tuyo como mío. Porque el mundo compartido se vive de otra manera, se disfruta de otra manera, la tuya y a la  mía, con tus peleas y las mías, con esas risas compartidas.
Y las lágrimas siguen el curso que les marca la gravedad y espero que alguna llegue hasta donde estés y te dé consejo cuando no sepas qué hacer, aliento en los momentos difíciles y paciencia, mucha paciencia para ese genio tuyo que tantos disgustos te puede causar. Y suerte, que la necesitarás, mucha suerte.
Sin más soltaré un hasta la vista, y hasta pronto. 
Porque aquí está tu casa, pero no tengas miedo de buscar un hogar. Oblígate a trabajar, a sonreír e intentar ser feliz y hacer felices a los demás. En eso consiste ser mayor, madurar y crecer. Se positivo y CREE en ti, nadie lo hará si tú mismo no lo haces. Y por último no lo dejes de intentar. NO TE RINDAS NUNCA, pase lo que pase. Vuelvas o no. 
Y de ahora en adelante cuando eches la vista atrás, sonríe, que aquí estamos bien, aunque las lágrimas ahora indiquen lo contrario. Me acabas de convertir en una puta magdalena, en un saco de mocos.. en un hermano mayor orgulloso y feliz.
No te olvides de la vega baja ni de los que estamos aquí. Te echamos ya de menos. Millo!


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