Heore

Anoche tuve un sueño. En esta cama grande, caliente y sucia que es mi mente. Anoche soñé con mil mares en los que bucear tan profundo que perderme sería tan fácil como respirar sobre ellos. Pero no andaba perdido. Buscaba tesoros escondidos y ellos son los que estaban perdidos y allá iba yo con mi osadía y mi heroicidad a rescatarlos. (Parecía Beowulf al rescate contra Grendel..)
No me hacía falta respirar, pues era un héroe. Y como tal los héroes no respiran , sólo lo hacen cuando no llevan camiseta para que se vean los abdominales tan marcados y trabajados a base de heroicidades que gastan. Y bajando, bajando encontré ciudades perdidas más allá de los confines de lo humano. Donde el mundo animal y el imaginario se juntan para dar origen a monstruos que prohíben la entrada a cualquier cosa que no sea agua fría y llena de plancton. Pero simplemente con mirarlos con fiereza aquellas putas sardinas de nueve ojos me dejaron pasar como si nada. Así que sin esfuerzo llegué abajo.
Me cansé de nadar, y me puse a caminar sobre el fondo, a varios miles de metros bajo el agua, sin ayuda, sin aletas, sin aire, pero con la fortuna de los dioses y su carga heráldica. Mi fama me precedía, como iba a osar la muerte a asomarse si quiera para llevarse mi alma? Ya se iría mi alma cuando se cansara de monear por este mundo.
Y caminando hallé mil buques de otrora carcomidos por el óxido y el coral, invadidos de tropecientos serecillos con forma de pez. Pero uno llamó especialmente mi atención, aquel barco no estaba invadido por nada, el tiempo parecía haberse detenido para él. Todo parecía nuevo, acogedor, limpio y caro, así que decidí entrar.
Cogí la antorcha que ardía en cubierta y bajé por unas escaleras que encontré más adelante, siguiendo el brillo que a lo lejos me llamaba, entonces pensé, para qué coño quiero una antorcha? así que le dejé en la primera mesa que encontré, junto a los canapés de paté de pato y enfrente de las gambas rebozadas. Mi mente no quiso pararse a reponer fuerzas, aquellos manjares que se me ofrecían serían pruebas para que no llegase a mi objetivo final. EL DORADO. Debería de ser así por el brillo que desprendía.
Sentía calor, debía de estar cerca ya. Tras una puerta cerrada salía un haz de luz por la mirilla. Sería aquella estancia la que mantenía todas las riquezas de la antigüedad por la que tantos hombres habían perecido en su búsqueda? Sería la puerta a otro mundo donde empezar una nueva existencia? Serán más preguntas sin respuesta? No
Abrí la puerta y un rayo de luz cegadora pidió perdón por haber hecho que me pusiera las gafas de sol bajo el agua y sí, ahí estaban. Los mayores tesoros que un hombre puede imaginar. Todos ellos impolutos, incorruptos, suaves, tiernos, dulces, cálidos... Y en medio de todos un libro. En el que ponía: LEEME.
Abrí el libro. Páginas en blando me aguardaban. No comprendí en un primer momento la situación hasta que se cerró la puerta del camarote y me quedé aislado. Intente abrirla puerta y nada. Miré por la mirilla y todo lo que antes existía había dejado de existir. No había comida, ni lujosos sofas, ni camareras con escotazos que quitan el hipo. Ni un puto mojito esperándome en la barra al lado de una morenaza, o de una rubia, o porque no? una pelirrojaza.. o mejor aun, de las tres..
Comprendí que todo aquello con lo que me encontraba era lo que había soñado. Siempre. Y lo que estaba fuera de mi alcance ahora es lo que siempre había tenido más o menos accesible. Y sí, me dí cuenta. Había desperdiciado toda mi vida buscando lo que no podía tener despreciando lo que tenía. Ahora me encontraba sólo durante la eternidad con un libro en blanco entre las manos, infinidad de tesoros a mi alcance y sin oportunidad de poder gozarlos.. Sólo me queda ponerme a escribir mi historia.. quizás alguien algún día la lea..
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Menos mal que soy un héroe y como en todas las pelis desperté y me salvé ;)